viernes, 27 de junio de 2014

Una reunión familiar

Hace algunas semanas estuve en una conferencia en Alemania (una de las maravillas de la vida académica es que nos toca viajar. Mucho). Las conferencias, queridos niños, son una situación fantástica, donde por algunos días, sólo te dedicas a escuchar charlas, comer bien, coffee breaks y conversar con la gente, sobre ciencia y sobre la vida también. Somos humanos, tenemos más dimensiones. Y como somos humanos, en la mitad de la conferencia, después de un almuerzo particularmente opulento, estaba yo, en la sala media oscura, hacia calor, tenía un poco de sueño debido al cambio de horario....y de a poco....mis ojos...se fueron cerrando.....
Sí, me dio sueño, lo reconozco! como dije, somos humanos... Bueno, ahí estaba yo, digamos, adormilada... Cuando un señor empezó su charla. Era muy animoso, dijo algunos chistes, y empezó a hablar de un tema que capturó mi atención. Y, para que vean que los quiero, me acordé de mis tocinos, muriendo de frío en Chile. Justamente de ese tema quiero hablar esta semana.

Se busca


Las estrellas no se forman individualmente. Nacen en grupo a partir de nubes gigantes de material previamente reciclado en el interior de otras estrellas, que terminaron su vida con grandes explosiones. Estas nubes y las estrellas en formación se conocen con el nombre coloquial de “salas cuna estelares”, los grupos de estrellas se conocen como cúmulos abiertos (que son, por definición, muy jóvenes, a diferencia de los cúmulos globulares, que son muy viejos, pero la diferencia de nombre se debe a las distintas etapas de evolución, no una diferencia en su naturaleza). Ejemplos de estas salas cuna hay por montones en nuestra Galaxia y en otras, y son de las imágenes astronómicas más impresionantes que hay, siempre favoritas de público.

La gran nebulosa de Orion, en todo su esplendor. Se puede reconocer fácilmente el cinturón de la constelación de Orión, o como se conoce en Chile, las Tres Marías. En esta nebulosa hay varias salas cuna de estrellas.
Fuente: APOD

El cúmulo abierto Trapezium, dentro de la nebulosa de Orión
Fuente: Hubblesite

Todas las estrellas hermanas se formaron a partir del mismo material, por lo tanto tienen la misma composición química. Con el pasar del tiempo (las escalas de tiempo astronómicas son muy grandes, por lo que estamos hablando desde algunos pocos cientos de miles de años hasta algunos pocos de millones de años), estos cúmulos evolucionarán, debido a la evolución específica de cada estrella (que depende de su masa) y también de los eventos dinámicos que experimenta el cúmulo debido a la gravedad. Ejemplos de estos eventos son interacciones gravitacionales con otros cúmulos y segregación de masa propia en el cúmulo (las estrellas más masivas se ubicarán en las partes centrales del cúmulo, mientras que las estrellas mas livianas tendrán mayor velocidad y escaparán). El resultado de esto es esencialmente que las estrellas hermanas serán separadas y repartidas por la Galaxia.

Doppelgängers(*)


La pregunta natural entonces es tratar de encontrar estrellas que comparten las mismas propiedades de nacimiento del Sol, composición química y, por supuesto, la misma edad – pensemos que comparten el mismo ADN[1]

Uno de los primeros candidatos a familiares del Sol fue el cúmulo abierto M 67. Este cúmulo está a unos 2800 años luz de la Tierra, y por encima del disco Galáctico, y se estima que tiene una edad similar al Sol, unos 5 billones de años[2]. Además, sus estrellas presentan una composición muy similar al Sol. Sin embargo, a través de simulaciones dinámicas que nos muestran las órbitas del Sol y M67 hace billones de años, se estableció que ña única forma de que las órbitas del Sol y M67 se intersectaran en el pasado sería debido a que el Sol fue expulsado a una gran velocidad del cúmulo. Esto se descarta ya que a tal velocidad el Sol no habría podido retener su sistema de planetas (o protoplanetas en ese entonces)... y ya sabemos que lo retuvo y que existimos. Así es como la similitud entre M67 y el Sol pareciera ser una gran coincidencia.  

M67, nuestra casi familia
Fuente: Google Images


Hermanos del Sol


Y así, la búsqueda continúa, aunque sin un rumbo definido. Los hermanos del Sol están dispersados por diversos rincones del disco Galáctico, y tratar de estudiar una por una las estrellas que vemos es poco práctico. La mejor forma que tenemos los astrónomos para discernir ahora es con la información dinámica de las órbitas. Usando la información de velocidad de cada estrella y simulaciones dinámicas, podemos seleccionar los candidatos para hermanos del Sol.

Sol quiere encontrar a sus hermanos....Sol está triste

Y así fue como este año se encontró un potencial hermano. La estrella HD 162826 (no tiene el mejor nombre, es verdad) cumple con los requisitos necesarios para ser parte de la familia Solar. Esta es una estrella un poco más masiva y más un poco más caliente que el Sol, ubicada a unos 110 años luz. Ha sido monitoreada con la técnica de velocidades radiales mucho tiempo para encontrar la presencia de algún planeta alrededor, pero no se ha encontrado nada aún, al menos de la masa de Júpiter, no se descarta la presencia de algún planeta tipo Tierra, que sería potencialmente nuestro primo!

El satélite GAIA, mirando la cantidad de trabajo que tiene....
Fuente: ESA


La búsqueda de hermanos solares está recién empezando. El recién lanzado satélite GAIA, que estudia los espectros de miles de millones de estrellas en nuestra Galaxia, nos traerá noticias de la familia solar. Incluso, tendremos información suficiente para reunir otras familias de estrellas y determinar así como se han dispersado en la Galaxia, lo que nos da más información acerca de su evolución.


[1] Esto no significa que tengan que ser iguales en otras propiedades, como la masa, temperatura o estado evolutivo. En un cúmulo se forman estrellas de distintas masas, que evolucionarán de forma distinta, pero como todas se forman de la misma nube, en su interior está la misma composición. Es la misma diferencia entre gemelos y hermanos.

[2] Para estimar la edad del Sol se usan métodos indirectos, como por ejemplo, medir la edad de los meteoritos del sistema solar, que se formaron en conjunto con el Sol, a través de los isótopos radiactivos que contienen, en un método similar al famoso Carbono 14. Otro método es estimar la edad de las piedras más antiguas en la Tierra. Ambos métodos dan resultados similares: 4.5 billones de años aproximadamente.
  

sábado, 7 de junio de 2014

Ciencia y ética, evitando el "gato por liebre"


  ¿Qué puede decir la ciencia sobre temas como Dios, lo bueno, lo malo, la vida o la muerte? La actividad científica tiene mucho que aportar tanto al capital cultural como tecnológico de nuestro País. Sin embargo, en el debate público sobre temas complejos, como la legislación sobre el aborto o eutanasia, es posible encontrar argumentos que disfrazan creencias personales de verdades científicas y viceversa. Lamentablemente, este tipo de confusiones entrampa la solución del problema y dificulta los acuerdos. La columna de esta semana intenta comprender las limitaciones que tiene la ciencia frente a los dilemas éticos de nuestra vida en sociedad.

Ciencia v/s Creencias personales

El conocimiento de tipo formal ha sido históricamente manejado por pocos y generalmente vinculado a grupos que detentan el poder político-económico y/o religioso. Es el caso, por ejemplo, de los sacerdotes del antiguo Egipto, quienes “adivinaban” la escasez o abundancia de las cosechas gracias a que conocían (sólo ellos) el comportamiento regular del caudal  en el río Nilo.  Fue dentro de esa tendencia donde Francis Bacon **, como muchos otros personajes del llamado “siglo de las luces”, rechazó casi agresivamente todo pensamiento que se alejara de lo científico. La mirada radical de Bacon era quizás la respuesta natural frente a una tradición en donde el pensamiento supersticioso y de tipo mágico había dominado los distintos ámbitos de la vida, en muchos casos, excesiva y erróneamente. Ello explicaría la fuerza que luego adquirió el movimiento denominado Ilustración (a fines del siglo XVII), el cual buscaba la liberación de las supersticiones nocivas y cuyas ideas antecedieron a la Revolución Francesa de 1789 con sus ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Quizás al mismo tiempo en que se sostuvo este maravilloso ideal de democratizar el conocimiento para toda la humanidad, se tendió a sacralizar la ciencia y a pensar que ésta era LA mirada más exacta del mundo o la única que ofrecía “La verdad”. Sin embargo, para muchos investigadores, tal como el filósofo Emmanuel Kant, la ciencia es tan sólo  “el camino seguro de la razón”, en el sentido de que ésta no puede negar ni confirmar otros aspectos del ser humano que estén más allá de lo físicamente comprobable (metafísica). Visto desde este punto de vista, las creencias personales (cosas no demostrables como la Fé o la Religión) no son menos importantes que las verdades científicas y no pueden ser rechazadas por éstas a menos que intentáramos hacer ciencia con creencias personales. Pero ¿Qué puede decirnos la ciencia sobre nuestra conducta ética y moral?

 Como vimos en una columna anterior, mientras la ciencia busca la coherencia de los resultados empíricos con una hipótesis, la ética busca la coherencia de nuestra conducta con valores y principios que no están sujetos a comprobación sino que simplemente se aceptan. Entonces, ciencia y ética se manifiestan en ámbitos independientes. A pesar de aquello, es tremendamente necesario que exista una conversación entre ambos aspectos. Un ejemplo claro fue la investigación sobre la naturaleza del átomo que se mal utilizó para el desarrollo de la bomba atómica finalmente arrojada sobre Hiroshima y Nagasaki. En ese caso, algunos científicos no detuvieron su actividad profesional en pos de conservar y respetar valores fundamentales de la Humanidad. Según esto, nuestra ética puede usar a la ciencia sólo como un instrumento, apoyarse en ella, pero jamás ver a la moral aparecer exclusivamente desde los resultados experimentales. 

Discusión sobre el origen de  la vida y el aborto

          La vida es algo simple en el sentido de que no necesitamos ninguna teoría previa para experimentarla, es un proceso al que nos incorporamos de forma innata, aunque no entendamos cómo sucede. En otras palabras, es fácil tener la certeza de estar vivos, pero no es fácil explicar qué es exactamente vivir y cuando comienza este proceso.  Este tipo de problemática es la que enfrentamos actualmente frente a la legislación sobre el aborto. 

       Es importante recordar en este debate que la verdad no viene revelada en la naturaleza como si fuera un libro sagrado, al menos nadie ha podido demostrar eso. Si así fuera, no habría discusión, pues bastaría llamar a un par de expertos y ponerlos a explicar en un par de horas cuando es que comienza la vida. Si tenemos suerte, podrán explicar la vida desde una perspectiva biológica, pudiendo establecer si ciertos organismos viven o no, pero cuando se trata de definir qué es lo que exactamente constituye a un ser humano, incluso desde una perspectiva puramente científica, la tarea se vuelve titánica y aún no se ha resuelto. 

        Pero asumamos que se puede encontrar un criterio científico para decidir el momento exacto en que comienza la vida humana. El siguiente problema es determinar qué vale más, si esa vida en gestación por sí misma, o la autonomía de una madre que no lo quiere tener porque, por ejemplo, va a nacer en condiciones muy desfavorables o fue producto de una violación. Ningún aparato médico, ni parámetro clínico puede tomar la decisión por nosotros. Un dilema similar sucede con la eutanasia en donde se debe escoger entre la autonomía de la persona que no quiere conservar su vida y la obligación legal de mantenerla. En esos ámbitos la actividad científica no tiene competencias directas. Sin embargo, la ciencia puede y debe contribuir a este debate. Por ejemplo, en el caso del aborto, proporcionando información sobre aspectos biológicos del desarrollo fetal; efectos psicológicos y físicos de mujeres que han sido violadas, de quienes tienen un embarazo inviable o de quienes simplemente deciden abortar. Los científicos,  como todo  estamento de la sociedad, no pueden ser relegados en este debate.

Es difícil ver una solución a este debate que no sea un consenso, en donde todas las partes en conflicto estén conscientes de que el acuerdo será una determinación arbitraria que nacerá desde la ideología particular de cada uno.  El tema es urgente por que la defensa de la vida es algo a lo que el Estado dice aspirar en su constitución y un deseo que creo la mayoría de las personas tenemos . Sea cual sea la decisión sobre el aborto, debe ser coherente y basada en un debate abierto, pluralista, libre y honesto.




**Muchas personas sitúan el origen de la ciencia natural en el texto “Novum Organum” de Francis Bacon (1620). Uno de ellos es Emmanuel Kant, quien en la introducción de “Crítica de la razón pura” (1710), agrega que la ciencia surgió antecedida por una revolución del pensamiento en donde a partir de principios empíricos (demostrables mediante experimentos) se inducen nuevas leyes que permiten predecir fenómenos del mundo sensible. Esta es una revolución porque el hombre comienza a explicar fenómenos mediante experimentos basados en el método científico y no solamente mediante conjeturas, historias o mitos. Si bien éste es un cambio fundamental en la historia del pensamiento humano, no quiere decir que sea la única forma de pensamiento posible, simplemente es una manera distinta de comprender parte de lo que nos rodea.