Suele suceder que alguien se lleva todo el crédito por un trabajo que es en conjunto. Por ejemplo, en Chile, los problemas de Santiago tienden
a acaparar toda la opinión pública, a
pesar de que nuestras principales fuentes de riqueza están lejos de las urbes. En nuestro sistema nervioso, pasa algo similar con las neuronas, pues aunque
son claves para su funcionamiento, no son las únicas que merecen atención. Desde
hace un buen tiempo sabemos que nuestro cerebro también necesita la presencia
de otro tipo de células, llamadas células gliales*, para poder funcionar
adecuadamente. En la columna de esta semana, nos sorprenderemos con la célula glial más
abundante: el astrocito.
La palabra
astrocito deriva del griego “aster” que significa estrella, precisamente por su
morfología estrellada (Figura 1 y 2). Una anécdota interesante es que al analizar
el cerebro de Albert Einstein no se
encontraron grandes diferencias en el tamaño y número de neuronas respecto del
humano promedio, pero sí se observó una mayor proporción de astrocitos por cada
neurona en ciertas zonas de la corteza cerebral, específicamente el área 39 de
Brodman. Curiosamente, Robert Galambos (premio Nobel por descubrir el mecanismo
de navegación de los murciélagos) alguna vez soñó que la clave del fenómeno de
la conciencia podía entenderse gracias a los astrocitos. Bueno, si bien este sueño es sólo una especulación, nos deja la inquietud de profundizar mucho más en estas células.
Cuando
pensamos en el cerebro, nos imaginamos que está repleto de neuronas. Sin
embargo, en humanos y primates
superiores, ellas sólo corresponden a la mitad del total de células del tejido cerebral, el resto
corresponde fundamentalmente a astrocitos y otras glías. Es interesante notar que en
invertebrados, como la mosca de la
fruta, las células gliales ocupan menos del 10% del cerebro y las neuronas el otro 90%. Concordante con lo anterior, se
sabe que los organismos más alejados filogenéticamente** del ser humano (que no
es sinónimo de MENOS evolucionados) tienen una menor proporción de astrocitos en
su cerebro. Mientras más cercanas a los mamíferos y primates se encuentran las especies, mayor es la cantidad de astrocitos en su cerebro y su tamaño se vuelve más parecido al de los humanos. Esto sugiere que existe una estrecha relación entre el estilo de
vida de un animal y el número de astrocitos presente su sistema nervioso. Pero
entonces ¿Qué hacen los astrocitos?
Proveedores esenciales
El 99% de los
vasos sanguíneos que llega directamente al tejido cerebral pasa por un estricto
control en estas células (figura 3) Para lograrlo, los astrocitos (mediante
prolongaciones que son como sus “píes” o “manos”) recubren venas y arterias,
formando una especie de Aduana de moléculas en donde tan sólo algunas serán
capaces de entrar. Este límite estricto que forman junto con los vasos sanguíneos se conoce como barrera hematoencefálica. Por otro lado, al conectar con neuronas y
vasos sanguíneos al mismo tiempo, los astrocitos pueden regular la cantidad de
sangre que llega a un determinado lugar del cerebro en respuesta a la actividad
neuronal. Para ello, liberan sustancias que aumentan o disminuyen el diámetro del vaso sanguíneo (Figura 2, abajo) De esta manera, el paso de
oxígeno y glucosa desde la sangre a las neuronas está finamente regulado por estas células. Además, gracias a la barrera hematoencefálica, muchos medicamentos, si
bien pueden llegar a nuestra sangre, no son capaces de atravesar al tejido
cerebral para ejercer su acción. Este tipo de problemas enfrentan muchos
fármacos que tienen dificultad para alcanzar una dosis terapéutica en el
cerebro.
Figura 3. Arriba se muestra un dibujo de Santiago Ramón y Cajal (para muchos el padre de la neurociencia moderna) en donde se muestran astrocitos del cerebro cuyos procesos envuelven una gran área los vasos sanguíneos (flechas), esto es lo que constituye la barrera hematoencefálica. Abajo, se esquematiza la relación entre la actividad de las neuronas que liberan neurotransmisores (en rojo) que son detectados por astrocitos que al mismo tiempo contactan a un vaso sanguíneo, induciendo su relajación o contracción. Fuente: Google images (modificada) |
La gran
mayoría del suministro energético de las neuronas proviene del lactato que
producen los astrocitos. Para hacer esto, los astrocitos transforman la glucosa que capturan desde de la sangre en
lactato (mediante un proceso llamado glicólisis) que luego es liberado y
capturado por las neuronas. Debido a la alta demanda energética
de las neuronas (por su actividad eléctrica), los astrocitos se han
especializado en apoyarlas metabólicamente. En otras palabras, tal cual está
organizado el cerebro humano, las neuronas no pueden vivir sin los astrocitos,
pues sin ellos se intoxican, se asfixian y se mueren de hambre.
Control integrado de la actividad
neuronal
Los astrocitos
forman una red gigantesca de células
interconectadas entre sí mediante pequeños canales moleculares (llamados
conexinas) a lo largo y ancho de todo el cerebro. La morfología especial de los
astrocitos permite que funcionen como verdaderos agentes infiltrados de las
sinapsis (unión funcional entre dos neuronas)En este sentido, los astrocitos están
constantemente “escuchando” todo lo que las neuronas conversan (entendiendo que
cada palabra es un determinado ión o neurotransmisor liberado) Ahora, para
poder “escuchar” esta conversación, cada astrocito expresa en su superficie
prácticamente todos los tipos de receptores y canales que es posible hallar en
las neuronas (quizás los contrate la desprestigiada Agencia nacional de inteligencia) De esta manera, cuando las neuronas liberan señales en sus
sinapsis también activan a los receptores presentes en astrocitos cercanos quienes convertirán estas
señales en fluctuaciones u ondas de calcio internas (sí,
el mismo que forma nuestros huesos) Tal como se aprecia en este video cada vez que una neurona dispara, una onda de calcio se activa y
“prende” completamente un astrocito. Estas ondas de calcio forman una especie de código de activación que además
puede viajar varios “astrocitos de distancia” dentro de una red (mediante conexinas),
tal como lo muestra este registro. Luego, se liberarán distintas sustancias desde los astrocitos que
modificarán la actividad neuronal, y por lo tanto, el procesamiento de las
señales nerviosas (figura 4) Entonces, los astrocitos no sólo "escuchan" lo que dicen las neuronas sino que además "opinan" sobre aquello y lo comunican a zonas distantes entre sí (mecanismo adicional de regulación en el cerebro) Finalmente, como un
sólo astrocito puede envolver íntimamente y controlar más de
10.000 sinapsis, se ha postulado que cada una de estas células funciona como un
centro integrador y modulador de la actividad neuronal en gran escala.
Figura 4. Representación esquemática de la unión funcional entre procesos de astrocitos y la sinapsis neuronal. La liberación de diversas moléculas neurotransmisoras por la neurona presináptica no solamente activa a los receptores de la neurona postsináptica, sino que además, aquellos presentes en astrocitos. Esta unión genera señales de calcio que inducen la liberación de sustancias reguladoras de las sinapsis.
Desafíos futuros
Actualmente se acepta que ninguna enfermedad neurológica puede excluir a las glías,y por lo tanto, a los astrocitos de sus causas. La influencia de estas células puede abarcar desde el aspecto emocional, como el trastorno depresivo, hasta enfermedades neurodegenerativas severas como la esclerosis lateral amiotrófica. Por ejemplo, buena parte de la reducción del hipocampo que se observa en pacientes deprimidos (lo que conlleva serios problemas emocionales) se explica por una pérdida importante de astrocitos y glias en general. Este cambio de perspectiva es importante, pues para alcanzar la cura de muchas de estas patologías, tal vez la respuesta más sencilla no sea sanar a las neuronas sino a quienes les ayudan a funcionar.
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* La palabra glia quiere decir "pegamento". El nombre tiene su origen en las primeras descripciones anatómicas, hechas por Camilo Golgi, pues se pensaba que su función principal era sostener físicamente a las neuronas. La células gliales son fundamentalmente: Astrocitos, Pericitos, Oligodendrocitos y Microglías .Todas ellas se encuentran en el sistema nervioso central ya sea a nivel de la médula espinal o del cerebro. Cada una tiene funciones y orígenes embrionarios distintos.
** La filogenia es la historia evolutiva de los organismos, considerando los ancestros comunes que les dieron orígen. Comúnmente, estas relaciones se representan por un "árbol filogenético" que se construye considerando la variación en los genes de cada especie.