miércoles, 29 de enero de 2014

Tranquilo Nervioso

           
Si analizamos la frase “Más nervioso que cocodrilo en una fábrica de carteras” o vemos el siguiente video http://tinyurl.com/cdtrhnn, podemos encontrar algunos elementos en común. Entre ellos, la aparición de un cambio claro en la conducta del individuo frente a una perturbación externa. En el caso del cocodrilo su nerviosismo está plenamente justificado puesto que corre serio riesgo de dejar de existir. En el segundo caso (¡guatón, tómate un armonyl!), la reacción del oficinista parece  exagerada puesto que nada pone en peligro su integridad física de forma evidente. Aunque ambas reacciones aparecen en ambientes diferentes, corresponden a formas de una respuesta adaptativa conocida como estrés. En esta columna, explicaremos  el fenómeno del estrés y analizaremos su relación con la conducta del ser humano moderno.

            Para tener una idea más clara sobre el estrés necesitamos introducir el concepto de equilibrio interno u homeostasis. Cuando hablamos de equilibrio interno en un organismo nos referimos a que todos los elementos que lo componen  se mantienen funcionando de forma armónica y estable en el tiempo. Los seres vivos poseemos una infinidad de mecanismos que buscan restablecer nuestro equilibrio interno una vez que  lo perdemos. Por ejemplo, si posamos nuestro dedo sobre la pequeña llama de una vela comenzaremos a sentir un dolor que no es habitual  e instintivamente tendemos a retirar la mano del fuego para volver a nuestro punto de equilibrio, libre de dolor. Si fuera de otra manera, nuestra homeostasis o equilibrio corporal se vería severamente afectado por los efectos de una quemadura. De manera análoga, cuando un tigre se lanza a capturar a una cebra, ésta cambia todo su funcionamiento desde el reposo para correr como loca y salvar su vida (o conservar su homeostasis) Entonces podemos entender al estrés como todo evento de respuesta frente a una amenaza para nuestro equilibrio interno. Todas las especies  que conocemos han desarrollado mecanismos comunes de respuesta frente a amenazas que implican riesgo vital. Durante el curso histórico de las especies, estos mecanismos se puede gatillar en contextos diferentes y por motivos distintos.

Mecanismos fisiológicos del estrés

Muchos textos  resumen  el concepto de estrés  como una respuesta  del tipo “pelear o volar”, es decir, como una manera de prepararse para “pelear” frente a un potencial predador  o “volar” lejos  del peligro. Probablemente, esta conducta aparece en nuestra especie  en el contexto de la huida de predadores salvajes o una catástrofe inesperada .Generar este tipo de respuesta requiere una serie de cambios de nuestro organismo que nuestro sistema nervioso y de hormonas (endocrino) ayuda a orquestar rápidamente*. Las hormonas se definen como sustancias químicas que se liberan al torrente sanguíneo en muy  baja concentración y que, sin embargo, tienen un efecto potente en todo nuestro cuerpo. Tal es el caso del cortisol y adrenalina, las principales hormonas del estrés. El Cortisol es una molécula de tipo apolar esteroidal (similar al colesterol) que a diferencia de la adrenalina (polar), puede cruzar la membrana de la célula, llegar al núcleo y modificar la expresión de genes, generando cambios de mayor duración que la adrenalina.

Tanto el exceso de cortisol como de adrenalina tienen variados efectos negativos. El cortisol daña, en el largo plazo, neuronas de diferentes zonas cerebrales, por ejemplo, el hipocampo (necesario para la adquisición de memoria y orientación espacial). También produce daños en ciertas zonas de la corteza que producen una disminución en la capacidad de realizar planes y pensamientos lógicos.  Además, neuronas dopaminérgicas implicadas en los circuitos de placer y recompensa, se atrofian y traen como consecuencia poca motivación y dificultad para experimentar placer. Por si fuera poco, una de las pocas neuronas que el cortisol potencia o favorece en el largo plazo son las implicadas en el circuito de la angustia y miedo. Entonces, la persona estresada termina con dificultad para pensar y sentirse bien, pero con mucha facilidad de sentir pánico o angustia.

Estrés y cerebro,  la mirada de Robert Sapolsky

Es muy interesante notar que los seres humanos no necesitamos tener ningún predador o catástrofe cerca para sentir pánico y estresarnos. Bastaría caminar diariamente un par de cuadras pensando en todo lo malo que nos podría suceder en la vida para que terminemos bastante estresados, y si la conducta persiste, deprimidos. En teoría, mediante pensamientos tristes o de angustia podemos evocar los mismos efectos negativos que produciría un agente estresante “natural”  en la vida salvaje. Este sería un claro ejemplo donde el mundo de las ideas tiene una conexión concreta con el mundo físico, modificando nuestro cuerpo. Robert Sapolsky es un Neuroetólogo** norteamericano especializado en estrés, que intenta explicar este fenómeno desde una perspectiva muy interesante ***

            Para el problema anterior, Sapolsky cita un modelo de sistema nervioso propuesto por Paul MacLean en 1960 llamado “modelo de tres capas”. Éste postula que a lo largo de la historia del sistema nervioso en las especies es posible encontrar tres tipos de “cerebros” o “encéfalos” que se van superponiendo progresivamente, figura 1. El primero (más antiguo o conservado) llamado “cerebro tipo reptil” está encargado de mantener las funciones más automáticas y esenciales  de un organismo tales como la respiración, temperatura,  respuestas instintivas de dominación o agresión, entre otras. El segundo nivel corresponde al cerebro “límbico” o rinencéfalo, vinculado a las emociones y conductas con motivación, el cual permite conductas sociales más elaboradas y propias de los mamíferos. El tercer nivel del cerebro es la neocorteza que Sapolsky identifica como una especialización de los primates (animales similares a simios) que poseemos como humanos. Con este último nivel , en el cerebro surgen funciones como el pensamiento lógico y la imaginación. Lo importante es que estas tres partes del cerebro humano están conectadas funcional y anatómicamente por proyecciones neuronales recíprocas y se modifican entre sí. Por ejemplo, una emoción muy fuerte nos puede nublar el pensamiento y hacernos actuar de forma estúpida, pensando que la estamos “rompiendo”. Por otro lado, los procesos de pensamiento que aparecen gracias a la neocorteza pueden hacer que sintamos emociones fuertes. Esto podría explicar la capacidad de emocionar que tienen las palabras, por ejemplo, en un poema. Es así como ideas negativas pueden disparar la liberación de cortisol en la sangre, iniciando procesos físicos similares al estrés producido por un medio ambiente salvaje.


Figura 1. Modelo de las tres capas de cerebro propuesto por Paul MacLean. Se muestra un cerebro humano anatómicamente moderno donde se distinguen tres estructuras funcionalemente distintas : Cerebro reptil ( regulación de funciones corporales básicas), Cerebro límbico (respuestas emocionales) y Neocorteza (reflexión y pensamiento lógico). Todas estas estructuras están conectadas por neuronas que permiten un flujo de información en ambos sentidos, entre las distintas capas (flechas rojas).

Se sabe  que el estrés está fuertemente relacionado con  diversas patologías tales como hipertensión y  arterioesclerosis. Además, Virus oportunistas como el herpes Zóster, e incluso algunos tipos de cánceres pueden surgir de forma concomitante o posterior a un evento estresante o traumático. A nivel emocional, el estrés es un factor que antecede o facilita la aparición de trastornos del ánimo o cuadros depresivos. Como vemos, el efecto del estrés suele ser paradójico, pues genera un mecanismo de sobrevida en el corto plazo, que sin embargo producirá una serie de efectos negativos para el organismo en el largo plazo. Lo mejor es estresarse poco, lo justo y necesario.


* Bajo estrés, el  flujo sanguíneo a todos los órganos que no sean músculos grandes y cerebro se reduce fuertemente, el corazón comienza a bombear más fuerte y nuestros sentidos se agudizan para reaccionar mejor frente al peligro. Aumenta la degradación de grasas y músculos del cuerpo con el objetivo de producir más glucosa (azúcar, principal fuente de energía) para liberarla en la sangre.  Por otro lado,  la captación de glucosa desde muchos tipos de células disminuye  dado  que  se reduce el número de  transportadores (proteínas que hacen las veces de compuerta para que entre la glucosa desde la sangre) Esto permite re-dirigir las reservas energéticas hacia lugares de mayor demanda como son los músculos. Durante el estrés se interrumpe la irrigación sanguínea de los genitales, la liberación de hormonas sexuales y  el ciclo reproductivo femenino. Podemos ver que se privilegian las funciones que tienen que ver con el movimiento del cuerpo por sobre otras como las reproductivas. 

** Un neuroetólogo es una persona que estudia la conducta de los animales con una perspectiva histórica que establece comparaciones entre el sistema nervioso de diversas especies.

*** Clases de Robert Sapolsky en Standford (Inglés) http://tinyurl.com/lnk3jly




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